Por mucho que los tiempos cambien, las ferias siempre formarán parte de nuestras vidas, y…¿ qué es una feria sin un puesto de Algodón de azúcar?
Los orígenes más remotos del algodón de azúcar datan del SXV en Italia, donde las más apreciadas pastelerías hervían sirope de azúcar y con un tenedor creaban unos filamentos dulces que utilizaban para decorar sus lujosos pasteles. Debido a que era un proceso laborioso y elevado precio del ingrediente principal por aquel entonces, el algodón de azucar sólo estaba al alcance de las clases más pudientes de la sociedad.
Durante 300 años fue un producto muy de moda y consumido entre las personas más pudientes.
Siglos más tarde, en 1897, un dentista americano de 37 años llamado William Morrison tomó la determinación de conseguir que el algodón de azúcar pudiera ser disfrutado por todo el mundo.
Morrison nació en Nashville en 1860, y siempre fue un hombre polifacético. Sobresalió en sus estudios de odontología, de hecho, en 1894 fue nombrado presidente de la Asociación dental del estado de Tenesse. También era un apasionado de los avances científicos y culinarios , inventando sus propios artefactos. Su primera creación fue un dispositivo capaz de extraer aceite de las semillas de algodón. La segunda, aún más avanzada, era capaz de purificar químicamente el agua de su ciudad, Nashville.
Pero el mayor logro de Morrison llegó en 1897, cuando se asoció con John C.Wharton, un antiguo compañero y confitero. Juntos, diseñaron y patentaron la máquina de algodón de azúcar eléctrica.
Utilizando la energía centrífuga, la máquina conseguía girar rápidamente y derretir el azúcar , que salía en forma de finas hebras a través de unos pequeños agujeros hasta que su consistencia era esponjosa y suave, con cerca de un 70 % de aire.
Lo llamaron «Fairy Floss» (traducido al español algo así como la seda dental de hadas), ya que no se llamó Candy cotton o algodón de azúcar desde el principio. Formaron la «Electric Candy Company» y estuvieron varios años perfeccionado el proceso hasta presentarlo públicamente en la Feria Mundial de 1904, celebrada en San Luis, Misuri, EEUU.
La pareja introdujo su producto, vendiéndolo en pequeñas cajas de madera por 25 centavos (unos 6 $ actuales), casi la mitad del precio de la entrada a la feria. A pesar del alto precio, fue un éxito rotundo. En los siguientes 184 días, Morrison y Wharton vendieron más de 68.000 cajas, ganando el equivalente a 438.000 $ de hoy en día.
La Feria Mundial, que albergó cerca de 35.000 hambrientos asistentes y además había sido el lugar de nacimiento del perrito caliente, la mantequilla de cacahuete, los conos de helado y otros placeres culinarios legendarios, honró el éxito del «Fairy floss» promoviendo el «Día especial del confitero».
La máquina eléctrica de algodón de azúcar prosperó, pero en 1921, poco después de que la patente de Morrison expirase, otro dentista, Josef Lascaux reinventó otra máquina que no llegó a patentar de manera oficial, pero si que acuñó el término «Algodón de azúcar» o «Cotton candy». Con el tiempo, el nuevo nombre reemplazó al antiguo, aunque en algunos países como Australia lo siguen llamando «Fairy floss».
No fue hasta 1949, con la introducción de las bases con resortes, cuando la máquina de algodón dulce experimentó su primera mejora realmente sustancial, tanto que la compañía responsable de la innovación, Gold Metal Products, construye y vende casi todas las máquinas que se producen actualmente.
Durante 1960 y 1970 , se automatizó todo el proceso gracias a una variedad de avances, tanto en el sistema rotatorio como en el empaquetado, que aceleró todo el proceso productivo.
DÍA MANUDIAL DEL ALGODÓN DE AZÚCAR : 7 DICIEMBRE